Aunque no resulta sencillo, puedes ayudar a tu familiar con depresión. La depresión es un serio problema que inmoviliza y cambia a la persona que lo sufre. Las personas con depresión sufren una gran reducción de su calidad de vida. Dejan de hacer cosas que antes les agradaban ya que pierden gran parte de su capacidad para disfrutar, lloran a menudo, duermen mal, se sienten cansados y sin ganas de hacer cosas, están irritables, incluso a veces se quieren morir. Esto supone una situación muy desagradable para la persona que tiene depresión, pero también para la pareja o las otras personas con las que convive que a menudo se sienten desbordados por la situación no sabiendo como actuar.

La relación de la familia con la persona deprimida generalmente puede pasar por distintas etapas:

  1. Etapa de protección/sobreprotección: Al principio los familiares suelen reaccionar con amabilidad, afecto, ternura y apoyo, incluso tienden a sobreproteger realizando tareas que la persona deprimida ha dejado de realizar o ha dejado a medias debido a su apatía.
  2. Etapa de enfado: Cuando ha pasado un tiempo y la depresión no ha mejorado, sino que incluso ha empeorado, la sobrecarga a la que está sometida la familia, empieza a pasar factura y el afecto y delicadeza de la etapa anterior se puedo convertir en enfado, crispación y cansancio.
  3. Etapa variable: En esta etapa unos días se encuentran afectuosos y protectores, y otros vence el cansancio, la crispación y el enfado. Algunas veces se pueden sentir utilizados y pensar que la persona deprimida se comporta como un egoísta y un tirano, mientras que otras pueden sentirse culpables por perder la paciencia. Todo esto puede ir acompañado por el miedo a que esta situación no se termine nunca.

Es importante saber que aunque la forma de actuar de los familiares ante el problema puede ser importante para superar la depresión, ésta sólo remitirá cuando la persona deprimida aprenda una forma diferente de ver las cosas y a actuar en consecuencia, siendo ella misma la principal responsable del cambio. Esto no significa que sea fácil para la persona hacerlo sola, lo mejor es que cuente con la ayuda de un psicólogo que le guíe en su aprendizaje y le acompañe a salir de la situación. No obstante, la conducta de las personas con las que convive puede frenar o acelerar ese proceso de recuperación, por lo que es fundamental seguir las siguientes pautas:

  1. Entender el problema: Es fundamental que la familia entienda lo que está sucediendo. La apatía, el pesimismo, el malhumor y la irritabilidad no están bajo su control voluntario, sino que forman parte de la depresión y la persona no lo puede controlar. (Cómo una persona con catarro no puede controlar cuando tose).
  2. Eliminar enfados: Cuanto más entendamos a la persona con depresión, más fácilmente se controlaran los enfados.
  3. Premia las más pequeñas mejorías: Premiar hasta los comportamientos más insignificantes pero que sean «NO DEPRESIVOS», es decir, cada vez que la persona sonría, tome la iniciativa para hacer algo, aunque parezca algo poco importante, transmítele que estás encantado y que lo valoras. Esta es una herramienta muy potente.
  4. Retira su atención: Intenta no prestar atención a los comportamientos depresivos. Cada vez que llore, no preguntar (pero tampoco reprochar). Mantener el silencio de forma neutra, sin miradas acusativas ni reproches. Cuando deje de llorar o de quejarse, recuerda el apartado anterior, es tremendamente efectivo y hazle saber lo contento que estás de que haya controlado su situación. No sigas hablando de lo ocurrido y cambia la conversación hacia un tema neutro o agradable.
  5. Evita los sermones: Es decir, evitar hacerle razonar para que sea positivo, no funciona. Todo lo contrario, estos comentarios dirigen su atención hacia sus comportamientos depresivos y le provocará sentimientos de culpa que empeoraran la depresión.
  6. Proponer actividades: En general, cuantas más actividades pueda realizar, más mejorará su estado de ánimo. Sin embargo hay que ser muy cuidadoso con esto. Un ritmo demasiado rápido o actividades demasiado complejas o para las que la persona no está todavía preparada, pueden hacer que la persona se sienta frustrada e impotente, aumentando su sensación de ineficia personal y que como resultado, aumente la depresión.
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